Mayoría de edad
>> lunes, 26 de julio de 2010
18 años. Hace apenas una semana justa que alcancé dicha numeración. Las famosas 18 primaveras - llenas de alergias, ¡cómo no! - se han ido sucediendo año tras año hasta alcanzar la mayoría de edad.
¿Y qué se siente, ilusos? Nada. Es un día como fue el anterior y será el posterior. La diferencia radica en que te excusas celebrándolo como hacía tiempo no lo hacías, disfrutando con tus amigos - algunos ya incluidos en ese club de "mayores" - y leyendo comentarios penosos de: "Oye, que ya te pueden meter en la cárcel". Me hierve la sangre esto último.
Sin embargo, sí es cierto que cuando has cumplido la mayoría y piensas en el futuro, te das cuenta de que una ola infinita de independencia cae sobre ti.
No hay que indagar más que en los viajes. He realizado ya dos viajes al extranjero, en lo que llevamos de verano, y se me ha pedido el papel de la policía para poder pasar fronteras. Ahora que en seis días me voy a Londres, ya no me hará falta. Mi DNI adquirirá valor. Se ha hecho mayor ya.
Y así, con todo. Con todo aquello que requiera de autorizaciones, responsabilidades, acuerdos, pactos. Para eso sí te das cuenta que has crecido, pues tu firma se encarga de recordártelo y de limitarte en tus actos, de lo contrario gordas - y nuevas - consecuencias pueden vertirse encima tuya. Por todo lo demás, no se nota nada. Comes, navegas por Internet, duermes y ríes igualmente que antes. Haces de todo por el mismo precio, aunque quizás ahora te reconforte un poco el pensar que puedes comprar alcohol en el Mercadona. O mejor aún, que no necesitas esconderlo más. Cierto, la vergüenza también entiende de números. De 18 en concreto.
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