Hogar, dulce hogar
>> lunes, 26 de julio de 2010
Reafirmándome en las palabras del post anterior, ésta es una de esas situaciones que generan ese sentimiento especial fruto de la mayoría de edad. Como muestra la foto, esta mañana, cargado de grandes espectativas y con mucha calor, he firmado el contrato de mi nuevo piso. Sí, yo, con 18 años, acabo de comprometerme por primera vez en mi vida asumiendo el alquiler de una parte de una casita preciosa. Con mi firma, y con las llaves en la mano, entré de nuevo. Y mientras más lo veo, más me gusta. Me imagino viviendo allí, el día a día, cocinando y luego comiendo en esa mesita que me encanta. Redecorando todo, aportándo vida y significado a la que será mi habitación. Y conviviendo con una persona que de antemano se presenta encantadora y agradable. Esa sensación nueva hace estremecer todo tu cuerpo, mezcla de la gran responsabilidad y del deseo por ese futuro incierto. Ese nuevo ecosistema donde piensas completar una parte muy importante de tu vida, realizando los estudios que más te gustan y conociendo tanto nuevas personas como nuevas formas de vida. De la que será mi próxima vida. Y sólo en un mes y algo. Ya ves tú qué es eso.
Este post va dedicado tanto a mi, con gran satisfacción e ilusión, como al que será mi próximo compañero, que espero que la alegría e ilusión también se hayan depositado en sus pensamientos. Gracias a ti, que me diste a conocer esta vivienda.
Este post va dedicado tanto a mi, con gran satisfacción e ilusión, como al que será mi próximo compañero, que espero que la alegría e ilusión también se hayan depositado en sus pensamientos. Gracias a ti, que me diste a conocer esta vivienda.
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