Tenemos que hablar
>> sábado, 1 de septiembre de 2012
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26/08
>> domingo, 26 de agosto de 2012
Pronombres personales
>> martes, 31 de julio de 2012
Le gustaba mirarle.
Siempre le gustó, o eso cree.
Le gusta mirarle. Le gusta observar su cuerpo, sus huesos. Sus recovecos.
Podría pasarse el día entero perfilando su silueta. Como un lienzo al que repasas y remarcas el contorno. Pero solo con los ojos, sería solo con los ojos. De sus ojos a su perfil.
Le gusta mirarle. Y perderse en sus verdes, marrones, azules destellos de luz.
Le gusta mirarle. Y no sabe por qué le gusta, pero le divierte. Le parece divertido observarle, a lo lejos. O cerca incluso. Cuando duerme, cuando ríe, cuando se mueve. Como un juego, donde uno, paciente, vigila la jugada continua del otro.
Le gusta mirarle, pero pierde el control cuando las miradas se cruzan. Le gusta mirarle, sí, pero de una forma discreta. Porque se rompe, quizás, la calma de cuando le mira.
O no se rompe. No lo sabe seguro. No sabe si se rompe o se intensifica. Y eso le descontrola. Le descontrola mucho. Pero el caso es que le gusta mirarle, le gustaba hacerlo y le gustará.
Porque le gusta mirarle.
Porque le gusta mirarla.
Porque le gusta mirarlo.
Porque la gusta mirarla.
Porque la gusta mirarle.
Porque la gusta mirarlo.
Porque da igual. Es bonito mirar.
Caos
>> jueves, 26 de abril de 2012
Por definición es imposible de controlar.
Una vez entra en un sitio, toda posibilidad de orden queda anulada.
Las consecuencias del caos son impredecibles. Lo único seguro es la destrucción que deja tras de sí. Read more...
Miedos varios
>> domingo, 22 de abril de 2012
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Libertad y derivados
>> martes, 7 de febrero de 2012
Otros muchos no, y otros muchos mucho antes que yo.
Pero el caso es que hace unos días finalicé este cuatrimestre, sin duda el mejor de los que llevo en la Universidad.
El hecho de elegir clases por la tarde, en mi caso y bajo mi única opinión aquí explícita, ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Casualmente, o no, me he topado con profesores jóvenes (algunos) a los que se les nota que les gusta su trabajo, que les divierte enseñar y hacen todo mucho más fácil y divertido. Parece mentira encontrar profesores así, porque en todos los años que llevo bajo el sistema educativo se podrán contar con los dedos de dos manos los que verdaderamente disfrutan con su trabajo. Y cuando ocurre, es increíble cómo consiguen hacer que incluso te guste ir a clase. Las risas, las clases amenas e incluso chocolates y caramelos te llevas cada día de ellos. Y es todo un placer.
También ha contribuido el hecho de que las asignaturas han sido un poco más "interesantes" (teniendo en cuenta la relatividad de este concepto) a la vez que más destinadas a trabajos que a exámenes finales. Sinceramente he aprendido y me ha servido más conocer el Derecho de la Información o el Diseño de la Información Escrita que la Economía o la Sociología del año pasado. Y si tengo que elegir alguna de ellas, me quedo con Derecho. Aprender todos los casos en los que puedes meter la pata, qué hacer para remediarlo, qué hacer para publicar todo lo que quieras de forma que no te condenen (ahí la picaresca periodística ;) ), conocer más a fondo los delitos, las penas y la libertad de expresión que muchos hablan y pocos conocen. Además que "feel like a juez" de vez en cuando molaba mucho. Jamás haré Derecho. Odio Derecho. Pero esa asignatura me ha encantado.
Y sin más y con previo aviso ignorado llegaron los exámenes. Una de las asignaturas que hemos tenido ha sido de especial complejidad. Un profesor poco ubicado que a última hora te obliga a leer (donde ellos dicen leer, tú traduces ESTUDIAR) un libro suyo de unas 400 páginas cuya síntesis descriptora es ... ¿WTF? ¡Ni puta idea! La filosofía, lo abstracto y el sin-sentido nunca estuvieron más compenetrados que en esos folios impresos. Y, como ante los retos hay que crecerse, echarle ganas y alcanzar los objetivos, he aprobado esa asignatura y es una de las cosas que más me enorgullecen como persona. Porque si hemos podido con Teoría ¿con qué no podemos?
Reflexiones de un enero de 2012
>> domingo, 15 de enero de 2012
Y, desgraciadamente, no sé por qué parece que me he quedado vacío de reflexiones. Realmente, no creo que de reflexiones, porque siempre hay algo sobre lo que pensar, alguien a quien desear o alguna experiencia que contar, pero no me acaban de salir las palabras adecuadas, o resulta que lo que escribo no me gusta al leerlo. No sé si me está yendo la fuerza entre los apuntes que vuelven a amontonarse como cada convocatoria o que en miras de este 2012 tengo tantas cosas pensadas que quiero hacer que, de tanta energía que quiero ponerle a todas, se quedan todas a medias.
Dicen que todo sistema a presión a necesita una válvula de escape. Este blog ha sido esa válvula en numerosas ocasiones, aunque cuando esperas respuestas tienes que acudir a personas físicas, como los amigos, con los que he pasado unas Navidades increíbles y con los que vivo una vida universitaria inmejorable. Pero eso son otras cuestiones.
"Está bien tener propósitos para el año nuevo, pero la verdad es que nos pasamos casi todo el año intentando hacer lo correcto, para acabar siempre haciendo menos de la mitad de las cosas y, normalmente, mal. Si la fórmula que hemos empleado durante tantos años no nos ha servido ¿por qué no cambiarla? Proponer locuras imposibles... y conseguirlas. Sólo por el placer de divertirse, no por estar más sano ni ser más culto. Por disfrutar".
Y entonces hay que preguntarse
¿Y cuáles son mis despropósitos? o mejor aún
¿qué es lo que quiero vivir en caso de que este sea el último año de mi vida?
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Oye
>> domingo, 4 de diciembre de 2011
ni lo que más te conviene,
pero estoy dispuesto a decirte
todo lo que quieras escuchar.
Sobras y sueños
>> domingo, 20 de noviembre de 2011
Me acabo de dar cuenta hoy mismo, y no por el resultado de las elecciones, que no me va a solucionar la vida ni A ni B, ni siquiera C.
De las personas que conozco y me cuentan sus aspiraciones y sueños me los imagino como ellos se describen: con una cámara fotográfica captando las mejores instantáneas, como periodistas o estilistas de moda en los más afamados desfiles, como grandes cocineros de grandes restaurantes, como médicos en quirófanos cuyas operaciones se alargan horas y horas, como profesores de español a muchos kilómetros de España, como bohemios en la capital del Reino Unido... ¿y yo? ¿cuál es mi aspiración? ¿qué vida quiero en el futuro? Estas interrogaciones irremediablemente van unidas a billetes de avión. Desde pequeño lo decía: yo no quería ser astronauta ni futbolista, yo quería "que mi despacho estuviera en un avión".
Y con esta inocente frase simplifico mi más alta aspiración en esta vida.
Viajar. Volar. Conocer, conocer y conocer. Y de un lado para otro, hoy aquí, mañana allí. Y entre medio miles de km. Investigar, mucho, buscar y descubrir. Grabar y transmitir a los demás. Que vean lo que veo. Ser cada día más tolerante. Comer de todo, de todos los sabores y de todos los colores. Bailar sevillanas en todos los continentes. Y enseñarlas. Ser feliz así.
Cierto, sé lo que pensáis. Parece el típico sueño del que sueña con que le toque la lotería, lo que sería vivir del cuento, tener una vida comprada para disfrutar de todo lo que he enumerado. Y yo, encima, pretendo vivir de eso. Ganar el pan con eso. Trabajar con eso.
Y me he preguntado infinidad de veces si es que pido demasiado. Porque a mi alrededor los hay que alcanzan la misma felicidad no saliendo del pueblo que le vio nacer y teniendo hijos a los 18. O quienes alcanzan la misma felicidad queriendo ser policías de su ciudad, o abogados de su distrito. ¿Soy yo el raro? ¿soy yo el que quiere algo que de por sí parece inalcanzable? ¿tengo que cambiar esa aspiración?
Y lo he comprobado.
He verificado que no soy yo si no me muevo. He descubierto que soy capaz de sacrificar lo que más vale para mi (una asignatura) por escaparme y hacer un viaje para descubrir un nuevo país. He comprobado que he estado trabajando en un periódico online buscando noticias y escribiéndolas y que no me ha gustado. No me ha llenado ni satisfecho como lo hace el grabar un reportaje de un viaje con mi cámara y la sensación de lo primero es ínfima con lo segundo.
Entonces ¿qué tengo que hacer?
Me intento dar respuestas. Y con las personas que hablo, con lo que aprendo de mis amigos y de lo que conozco me doy cuenta que hay que intentarlo. Siempre hay que intentarlo y luchar por lo que consideras - después de haber intentado cambiarlo, evitarlo, suprimirlo, borrarlo y alternarlo - que es algo tuyo, que es tu esencia, que es tu alma, que es tu vida.
Decía, al principio, que ya sobro.
Y precisamente por este ansia que me hace ser así y me hace ser persona sé que ya sobro. Que llevo dos años en Sevilla y se me hace pequeña. Que parece que ya lo que tenía que conocer aquí, experimentar aquí, ver aquí y aprender aquí está más que asimilado.
Que cuando cambias tu habitación más de cinco veces de forma, es una señal.
Que cuando te sabes todas las líneas y paradas de autobús, es una señal.
Que cuando conoces ya lo que te espera, es una señal.
Y no quiero que algo que ya empieza a apretarme ocupe el sitio de otra cosa que vendrá.
Y no quiero, tampoco, olvidar ni perder lo que ya tengo aquí. Porque las personas, las risas, las fotos, las amistades y lo que me hace soñar siempre irá adjuntado a mi pasaporte.
Pero lo demás, se puede quedar aquí, en cada chincheta de mi mapamundi.
Sujetos gramaticales
Yo no soy tonto :)
>> miércoles, 2 de noviembre de 2011
Hace apenas 24 horas que volvía de Barcelona. Ayer domingo tuve la oportunidad, más bien, el regalo, de vivir una experiencia que jamás olvidaré. De eso que piensas que nunca pasa, o que pasa pero que nunca será a ti. Hace unos días, vía twitter, vi como MediaMarkt anunciaba un concurso. Trataba básicamente de hacerse una foto con el catálogo de ellos y subirla al muro de facebook. Seguí leyendo y vi que la foto elegida haría partícipe a su autor de salir en el próximo spot de MediaMarkt que se rodaría el domingo 23 de octubre en Barcelona, con todos los gastos pagados.
El premio me encantó y la idea no me disgustaba. De esos días que estás aburrido y serías capaz de hacer cualquier cosa porque el tiempo pase, pues eso. Era el último día del concurso y, no sé por qué, lo vi claro, lo sentí, lo intuí. Sabía que tenía que hacerlo. Tuve problemas varios: no tenía el catálogo de ellos, por lo que tendría que descargarlo de internet e imprimirlo en algún locutorio, a color, con el gasto que ello conlleva. No me importó. Fui a 5 locutorios y ninguno imprimía a color, seguí buscando. No me importó. No tenía cámara de fotos, pensé en hacerla con mi cámara de video y luego pasarlo al ordenador. No me importó. No tenía ninguna idea concreta, nada, solo pegué el catálogo y me puse delante haciendo tonterías, no me importó. Y es que lo extraño fue que quería seguir haciéndolo a pesar de todo, ya me lo había propuesto y esa foto estaría en el concurso. Y así fue.
Pasó el día, se lo conté a mi madre y me dijo que creía que resultaría ganador, aunque yo las ilusiones que iban llegando por teléfono las iba echando a un lado, porque estas cosas nunca pasan, o si pasan nunca es a ti. Y al otro día, a la mañana siguiente, abrir twitter fue una de las cosas que jamás pensé que me darían tanta alegría: un mensaje de MediaMarkt felicitándome. Me iba a Barcelona. Saldría en el próximo anuncio. Se pusieron en contacto conmigo y se organizó todo para salir el domingo a las 9 de la mañana y regresar a las 00,30 de la noche. Ese fin de semana tuve varias pruebas de idiomas para la beca erasmus y el lunes tenía el examen teórico del coche. Y yo, tan especial como soy, iba a dedicar el domingo al otro lado del país participando en un rodaje. Y pocas veces he estado tan ilusionado. Con sueño atrasado y la emoción como antiojeras llegué allí, me recogieron y me llevaron a un MediaMarkt enorme, gigante, en un centro comercial a las afueras de Barcelona.
Y todo lo demás fue como un sueño. Ver de cerca cómo es un rodaje, los focos, los cables, los operarios, las cámaras enormes, las pantallas. Conocer a publicistas, al director creativo de MediaMarkt, a directores, co-productores, ayudantes, a los demás extras y que todos ya supieran de mi existencia vía facebook. Incluso mi nombre y mi foto. Cambiarse de vestuario, compartir anécdotas con los demás extras, comer con todo el equipo, salir en alguna que otra escena, el buen rollo, valorar el trabajo que tiene todo un rodaje de toda una campaña para todo un año, las prisas, los teléfonos, las posiciones, la palabra "acción", los aplausos, las repeticiones. Incluso ponerte uno de los polos rojos de MediaMarkt y sentirte mínimamente parte de un gran trabajo. Saber lo que es, pero de verdad. Y tener la satisfacción de que el domingo 23 de octubre de 2011, mi domingo 23 de octubre de 2011 fue de esta manera.
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