Silencios
>> miércoles, 10 de noviembre de 2010
Hace días que ningún tema se me atraviesa por las teclas.
Hace días que nada en particular me llama la atención, ¿acaso no ocurren cosas en el mundo?
Tantas, y tan poco tiempo para contarlas.
Muchísimos temas se me cruzan por la mente, por mis emociones y mis perspectivas. Pero a veces cuesta materializar todo aquello que sentimos, todo aquello que nos mueve por dentro.
Precisamente en los momentos que mejor lo pasamos, callamos.
Así de simple. Cuando suena una canción que nos gusta, nos limitamos a escucharla (obvio). ¡Y ojo con quien se atreva a levantar la voz! Básicamente necesitamos del silencio para comunicarnos con esa canción que nos revuelve, nos hace soñar, nos traslada a ese mundo donde quizás nos espera esa persona. O también cuando leemos, y más cuando leemos algo que nos gusta. Nuestros ojos parecen desbordarse, quieren poco a poco introducirse en las letras, mezclarse con ellas, hundirse en esos sentimientos que los personajes tienen, y nosotros no.
O cuando estamos a gusto, riendo, tonteando. Es en ese momento cuando no tenemos nada que decir, cuando tenemos a esa persona delante de nosotros, a unos escasos centímetros. Es ahí cuando, a pesar de pasarnos mil temas de conversación por la mente, callamos. Guardamos silencio precisamente porque así escuchamos los latidos de nuestro corazón, latiendo de esa manera que tanto nos emociona, de esa forma que sólo se percibe cuando se está en silencio.
Silencios.
Silencios.
Silencios.
Hay tantos tipos, tantas personas, tantas historias.
Pero el silencio es común para todos, tanto para los que disfrutan con él, como para los que temen por hablar. Es un espacio reservado para ti, donde estás únicamente tú: observando, soñando, llorando, cantando, saltando, latiendo; en definitiva, callando.
0 comentarios:
Publicar un comentario