Septiembre
>> sábado, 10 de septiembre de 2011
No sé si os habrá pasado.
Ahora mismo tengo una mezcla extraña dentro de mi. Es la primera vez que me pasa, es diferente.
Estoy como con nervios en el estómago, pero a la vez tengo la sensación de querer llorar, aunque no sale ni una lágrima. A ratos me sale una risa inocente que recuerda alguna que otra noche traviesa, y me calmo. Pienso que todo estará bien y me tranquilizo, respiro hondo y parece que pasa, hasta que alguien me recuerda alguna canción que vuelve a removerme todo, y de nuevo la centrifugadora se acciona, loca, sin control.
Estos días han sido verdaderamente una locura. He tenido reencuentros con personas que hacía mucho no veía, desde mis amigas de la universidad, que me esperaban con un regalo por mi cumpleaños; hasta un canario perdido que conocí en Londres hace un año y cometió la locura de venir a mi pueblo a vernos. Luego he vivido los últimos días de mi mejor amiga con nosotros, puesto que ahora mismo ha partido para Dublín, su destino erasmus, y serán muchos los días que no podré hacerle cosquillas o verla en persona. Creo que todo se ha juntado, y quizás necesito un tiempo para asimilarlo todo. Pero también estoy en el mes del papeleo, de la vuelta a la rutina, de matrículas, de pagos, de firmas, de contratos, de nuevos propósitos y nuevos sueños. Y todo sigue acumulándose en un cuerpo desentrenado tras el calor de un verano a distancia.
Y todo esto pasa en Septiembre, porque es un mes raro, absurdo, de cambios... Es un mes que no sabes qué ponerte porque no tienes ni idea de si hará frío o calor, y seguramente apuestes por lo que apuestes perderás, ya que ni el tiempo en este mes sabe qué le pasa.
No sé qué siento, no sé definirlo, no sé si es bueno o malo.
Es extraño, joder, es como ese rayo de sol que se cuela entre las nubes de lluvia. Como cuando sientes calor en un ambiente de frío. Como los días en septiembre, raros.
Ahora mismo tengo una mezcla extraña dentro de mi. Es la primera vez que me pasa, es diferente.
Estoy como con nervios en el estómago, pero a la vez tengo la sensación de querer llorar, aunque no sale ni una lágrima. A ratos me sale una risa inocente que recuerda alguna que otra noche traviesa, y me calmo. Pienso que todo estará bien y me tranquilizo, respiro hondo y parece que pasa, hasta que alguien me recuerda alguna canción que vuelve a removerme todo, y de nuevo la centrifugadora se acciona, loca, sin control.
Estos días han sido verdaderamente una locura. He tenido reencuentros con personas que hacía mucho no veía, desde mis amigas de la universidad, que me esperaban con un regalo por mi cumpleaños; hasta un canario perdido que conocí en Londres hace un año y cometió la locura de venir a mi pueblo a vernos. Luego he vivido los últimos días de mi mejor amiga con nosotros, puesto que ahora mismo ha partido para Dublín, su destino erasmus, y serán muchos los días que no podré hacerle cosquillas o verla en persona. Creo que todo se ha juntado, y quizás necesito un tiempo para asimilarlo todo. Pero también estoy en el mes del papeleo, de la vuelta a la rutina, de matrículas, de pagos, de firmas, de contratos, de nuevos propósitos y nuevos sueños. Y todo sigue acumulándose en un cuerpo desentrenado tras el calor de un verano a distancia.
Y todo esto pasa en Septiembre, porque es un mes raro, absurdo, de cambios... Es un mes que no sabes qué ponerte porque no tienes ni idea de si hará frío o calor, y seguramente apuestes por lo que apuestes perderás, ya que ni el tiempo en este mes sabe qué le pasa.
No sé qué siento, no sé definirlo, no sé si es bueno o malo.
Es extraño, joder, es como ese rayo de sol que se cuela entre las nubes de lluvia. Como cuando sientes calor en un ambiente de frío. Como los días en septiembre, raros.
0 comentarios:
Publicar un comentario