Cromatismos
>> sábado, 16 de octubre de 2010
"Y para gustos, colores". Cuantísimas veces nos han mencionado esa frase. Innumerables ocasionas nos han mostrado la existencia de un gran abanico de tonalidades en nuestra vida y, sin embargo, nos decantamos siempre por el azul. El del mar, el del cielo, el del BlueTropic, el del chupachups... ese mismo color enmarcado en nuestra mente. Y en nuestro amor. Nuestro amor es azul, pensamos. ¿Rojo? ¡Qué va! Azul. Siempre azul, como los príncipes. Creemos que la perspectiva humana de amor es azul. Buscamos personajes, moldes más bien, que se adapten a ese color, que se disuelvan perfectamente, que encajen en el prototipo, que fluyan simultáneamente al latido de nuestro corazón. Azules, como el corazón de Blancanieves, de Bella, de Cenicienta. Perfectos.
Y precisamente no nos damos cuenta, que no es así. No debemos buscar formas, sino piezas. Piezas de un puzzle, de nuestro puzzle seleccionado. Con muchas pequeñas cosas que nos gusten. Cosas que nos llamen la atención, que nos atraigan. Y formarlo. De todas esas pequeñas partes crear nuestro amor. Juntarlo todo con besos, con caricias, con miradas, con acciones. Y dar como resultado lo más bonito que podamos encontrar al despertarnos, y al acostarnos. Olvidar el azul. No. Nunca más el azul. Se acabó.
Es una pérdida de tiempo vivir buscando la adquisición de esa témpera celeste inalcanzable. No nos damos cuenta que el azul ya lo tenemos. No hay que buscarlo. Ya lo tenemos con nosotros. Tenemos la humana capacidad de teñir a cualquiera de azul. Cuando ese puzzle nos guste, entonces lo teñiremos. Sí, lo pintaremos de azul. Y no nos ha hecho falta buscar nada imposible puesto que la persona que queremos ya es azul. Ya no tiene por qué competir con nadie. Será azul para nosotros, sólo y exclusivamente para nosotros, sin que nadie pueda percatarse de su existencia. Esa persona que nos conquistó, con su personalidad. Esa personalidad que nos encanta, que nos hace pasar buenos ratos, que nos inunda de felicidad. Y que para los demás es normal, para nosotros ya es azul.
No dejemos pasar oportunidades. No olvidemos los retos. Quizás las piezas que nos rodean puedan llegar a formar nuestro puzzle azul. Sin embargo, si vivimos buscando el paquete formado, pasaremos por alto esos detalles que cada día nos dan motivos para sonreir.
Recordemos, las ranas, antes de ser príncipes azules, antes de ser besadas, eran verdes. Eran verdes.
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