Bienvenidos

Yquetaldesdeotropuntodevista es otro. Estando ya en otros horizontes y viendo las cosas con un poco más de madurez, los pensamientos que a veces se quedan en el aire recorren las gotas de ese zumo que nunca exprimimos. Los porqués, las musas, las inspiraciones, los gustos, el amor, los amigos, el sexo y los sueños viajan fugazmente en ese espacio que nos rodea. Nuestro espacio, tu espacio, siempre para contar y compartir.
Las soluciones bajo enfoques distintos pueden dar mejor resultado que las propuestas al principio bajo una única perspectiva.

Frase de la Semana

"Si te apetece cómetelo. Y así con todo en la vida"

Babies

>> lunes, 21 de marzo de 2011

Hoy vamos a hablar de babies. Sí, sí, de babies. Pero no del concepto que tenemos. Sino de otro más profundo, a la vez que repelente.
¿No es de todos sabido que siempre rondan a nuestro alrededor personas cuya capacidad mental se reduce cada milésima de segundo que pasa? Cuerpos grandes y maduros para tantas cosas, pero a la vez inquietantes fetos imberbes para los detalles más mínimos.
Especímenes que, ante cualquier tontería, empiezan a chillar y soltar berridos por esas bocas semejantes al pobre niño malcriado y egoísta cuyas ganas nuestras de apalearlos se incrementan a la vez que sus gritos. Pues, aunque parezca irreal, aunque crezcan, siguen y siguen y siguen tirándose al suelo y reclamando lo que ellos llaman su caramelo, su chuchería, o en términos actuales, su verdad. Y se equivocan, afortunadamente se equivocan. Su grado de inmadurez es tal que les impide ver el trasfondo de las cosas, permitiéndoles quedarse únicamente con los aspectos más irrelevantes, inexistentes incluso, que necesitan para el volúmen de sus voces. Y no, las cosas ya no se solucionan a piedra, papel y tijera y ya no vale una chuche para acallar lo que sucede. ¡Habéis crecido, coño! ¡Comportáos como tal! Dejáos ya de tanta parafernalia y limitáos exclusivamente a dejar que los demás sean felices en sus circunstancias y posibilidades. Porque, a veces, un clavo no saca otro clavo. Porque el corazón es muy grande y uno puede amar muchas cosas al mismo tiempo, independientemente de su forma, color, duración, género, o precisamente grado de amistad, ahora que está tan presente este asunto. Y más que sentáos a criticar, a chillar y a intentar convencer a los demás de vuestros egoístas y repugnantes argumentos, deberíais plantearos que, tal vez, lo que vosotros criticáis de los demás, lo que vosotros culpáis a los demás, precisamente eso no os pasa porque, quizás, las personas universitarias buscan madurez a la hora de entablar relaciones. Y para niños chicos, ya existen las guarderías. Si por vuestra poca capacidad intrínseca de sociabilización no agrandáis vuestro círculo vicioso de amistades (que no digo sustituir, digo agrandar, a ver si diciéndolo con menos tecnicismos os entra en la cabecita) no achaquéis a los que tenemos algo más en nosotros mismos y una madurez envidiada nuestros nuevos éxitos amistosos, que no son nada más que personas tan maravillosas como cualquier otra que ya conozca o tenga como amigo. Aunque claro, por lo menos estas nuevas no se pasan la vida maquinando, excluyendo, criticando y, como bien he empezado, pataleando cual mocoso malcriado.
No obstante, y como persona que no debe dejarse llevar por estas cosas, porque si no estaría contradiciéndome y precisamente el que hace eso no es un servidor, pues os permitiré amablemente el beneficio de la duda, o mejor, el beneficio del olvido. Del olvido de todo, simplemente escribir esto para la reflexión individual, para que se valore la realidad y, especialmente volviendo al hilo, porque al niño chico no se le educa a palos, sino con diálogo

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Cotillas

>> miércoles, 16 de marzo de 2011

Parece que el Ser Humano, a parte de lo maravilloso y perfecto que es, posee también una cualidad que no puede obviar: los demás. Una atención especial al resto de semejantes, cómo interactúan, qué les sucede, cuántos cambios se producen en sus vidas, qué piensan de nosotros... Normal, estamos rodeados de nosotros mismos, y en épocas de crisis y aburrimiento, no queda otra que tratar de entender a los normal. Quizás hasta cierto punto somos capaces de sacar cierta lógica de todo esto, pero como siempre, como humanos, como asquerosas excepciones de la biosfera, existen ejemplares cuya existencia se basa completamente en la investigación asidua y permanente de la vida ajena (una forma sutil de llamaros cotillas de mierda, para que lo entendáis).
Somos conscientes de que nos veis, nos buscáis, nos investigáis, traspasáis y tergiversáis comentarios, fotos, actos. De todo eso nos percatamos, pero como somos más listo que todos vosotros, nos alegramos de pensar que si supiérais lo cortos que os quedáis, desistiríais. Así de simple, a veces puede que funcione, claro, todo tiene siempre sus logros. Pero si de algo hablábamos al principio, son de las excepciones. Y como algunos somos más listos que vosotros, hemos llegado a la conclusión de seguiros el juego. ¿Queréis morbo? ¿Queréis temas para hablar?

"Lo que haga mi mano derecha, que no se entere la izquierda" (La Biblia) ;
"Que hablen de mi, aunque sea bien" (anónimo)

La primera frase viene a referirse que, por mucho que creáis que lo sabéis todo, hay cosas que nosotros, los auténticos dueños de nuestra vida, nos dejamos a posta en el tintero, o lo que se conoce como información incompleta.
La segunda alude a que a mi, personalmente, a los humanos no nos suele disgustar que hablen de nosotros, que nos cotilleen, básicamente porque eso significa que tenéis motivos para desearnos y buscarnos. Sí, no sé qué pasará pero por algún motivo no podéis olvidarnos o, simplemente, dejarnos vivir. No os preocupéis, la puerta la tenemos abierta siempre para todo el que quiera entrar y mirar.

No tenemos nada que temer, no tenemos nada que ocultar, no tenemos miedo. Probablemente lo que pensáis llegue a coincidir con la realidad, quién sabe, pero siempre tendremos la satisfacción de publicarlo nosotros, no vosotros. Iréis por detrás, por mucho que penséis que ganaréis esta carrera. ¡Hablad, hablad, hablad, hablad, hablad, por favor, hablad! No me dará más gusto en esta vida que incluso os paséis esta entrada entre vosotros y la desgarréis a críticas. Será señal de que ha surtido efecto, asquerosa mugre alcahueta :)

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>> lunes, 7 de marzo de 2011

"Adam se tumbó en mi cama y estiró los brazos por encima de la cabeza. Toda su cara sonreía: ojos, nariz y boca.

- Toca conmigo - dijo.
- ¿Qué?
- Quiero que me toques como si fuera tu violonchelo.
Iba a suplicarle que no dijera tonterías, pero de pronto pensé que tenía sentido. Fui al armario y saqué uno de mis arcos de repuesto.
- Quítate la camisa - pedí con voz trémula.
Lo hizo. A pesar de su delgadez, era sorprendentemente musculoso. Podría haberme pasado veinte minutos contemplando los contornos de su pecho, pero él me quería más cerca. Yo también lo deseaba.

Me senté a su lado, de manera que tenía su largo cuerpo tendido ante mi. El arco tembló cuando lo dejé sobre la cama. Alargué la mano izquierda y le acaricié la cabeza como si fuera la voluta de mi chelo. Él volvió a sonreír y cerró los ojos. Me relajé un poco. Le toqueteé las orejas como si fueran clavijas y luego le hice cosquillas juguetonamente y él rió por lo bajo. Coloqué dos dedos sobre la nuez. Respiré hondo para armarme de valor y pasé al pecho. Recorrí el torso con las manos en toda su longitud, deteniéndome en los tendones para asignarle una cuerda a cada uno: la, re, sol, do. Los acaricié uno a uno con la yema de los dedos. Adam permaneció muy callada, como concentrándose en algo.
Cogí el arco y se lo pasé suavemente por las caderas, donde estaría el puente del chelo. Toqué con suavidad al principio, y luego con más fuerza y velocidad, a medida que aumentaba la intensidad de la canción que sonaba en mi cabeza. Adam permaneció inmóvil. De sus labios escapaban leves gemidos. Miré el arco, miré mis manos, miré el rostro de Adam y me sentí invadida por el amor, la lujuria y una desconocida sensación de poder. Jamás había imaginado que pudiera lograr que otra persona se sintiera así.

Cuando terminé, él se incorporó y me dio un largo y profundo beso.
- Mi turno - dijo entonces.
Hizo que me levantara y empezó por quitarme el suéter por la cabeza y bajarme un poco los tejanos. Luego se sentó en la cama y me tumbó sobre sus rodillas. Al principio no hizo nada más que abrazarme. Yo cerré los ojos y traté de sentir sus ojos en mi cuerpo, viéndome como nadie me había visto en la vida.
Luego empezó a tocar.
Rasgueó los acordes en mi pecho, haciéndome cosquillas, y reí. Suavemente movió las manos hacia abajo y entonces dejé de reír. Las vibraciones del diapasón aumentaban de intensidad cada vez que Adam me tocaba en un sitio nuevo.
Al cabo de un rato cambió a un estilo más español en el movimiento de los dedos. Utilizaba la parte superior de mi cuerpo como mástil, acariciándome el pelo, la cara, el cuello. Punteaba en mi pecho y mi estómago, pero yo lo notaba en sitios a los que sus manos ni se acercaban. Su energía iba en aumento a medida que tocaba y mi diapasón enloqueció, provocándome vibraciones por todo el cuerpo hasta dejarme sin aliento. Y cuando creía que ya no podría soportarlo más, el torbellino de sensaciones alcanzó un vertiginoso crescendo que excitó todas y cada una de mis terminaciones nerviosas"...

Si decido quedarme, Gale Forman

(próximamente, crítica)

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Competencias

>> jueves, 3 de marzo de 2011

Competir no es llegar primero, ni levantar antes la mano, ni reír antes o después, ni siquiera ver dónde te vas a sentar hoy...
Competir es, son tantas cosas. Competir es levantarte antes que suene el despertador (esos cinco minutos antes, o cuatro, casi siempre son cuatro).
Competir es entrar embelesado mientras te peinas y e intentar dar los buenos días a todas, a todas a la vez, y decirlo de verdad y dulcemente.
Competir es decirle cada día cada vez más lo guapa que están.
Competir es abrazarlas, morderlas, piropearlas.
Competir es que te digan que eres un osito, y te abracen fuerte luego.
Competir es tocarles el pelo, rodearlas con los brazos.
Competir es hacer tonterías en las clases aburridas, pintarlas, ponerles caras feas para que se rían de nuevo. Otra vez más.
Pero, además, competir es saber escuchar, saber hablar, saber dar el brazo a torcer, saber perdonar y saber tomarse la vida con un poco de humor, con un poco de cariño y con un beso en sus caras.

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No es más fuerta la razón porque se diga a gritos

Sólo los tontos tienen muchas amistades

El pez globo se hincha cuando se asusta o se enfada

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