Hoy.
Ha sido hoy y ahora mismo cuando, después de tanto tiempo, me han entrado ganas de volver a escribir lo que siento.
Y es que siento muchas cosas, tantas que me apetece, a veces, dejar de sentir.
Mi vida ha cambiado mucho últimamente ¿vale?. No soy menos pobre ni más guapo. Simplemente, han cambiado cosas. Cosas de diversos ámbitos. No digo que sea para mal, quizás tampoco para bien, pero es así.
También me da miedo no saber escribir lo que siento. Y que luego no se entienda, se malinterprete. Pero también es cierto que cada persona tiene su forma de ver, de ser y de leer ¿por qué no?.
Hace unos meses me enteré que en apenas otros tantos meses todo sería diferente. Me voy de Erasmus. Rellené la beca con muchas ilusiones y pocas esperanzas, porque estaba difícil. Sin embargo, la suerte que me rodea volvió a apostar por mi. Y pasó.
Amiens está al lado de París. No está muy lejos, o quizás más de lo que quiero pensar. Estoy feliz e ilusionado con irme. Veo experiencias de los demás y me brillan los ojos, pero es que yo no soy como los demás.
Tengo miedo, la verdad. No me importa reconocerlo, tampoco es algo relevante el hecho de que no lo haga. Tengo miedo a no saber qué encontrarme. Tengo miedo a no saber sobrellevar la situación. Al hecho insustancial de que nunca he pasado más de dos horas al día inmerso en un idioma se torna en 10 meses rodeado del mismo. Pero eso no me preocupa demasiado.
Han hecho falta unos 19 años e infinitas situaciones para que más o menos llegue a descifrarme y a entenderme como persona. La ecuación más difícil a la que nos enfrentamos como personas es a despejarnos a nosotros mismos. Y ha sido recientemente cuanto más cerca estoy de saber quién soy. De lo que me gusta y de lo que no. De con quien me rodeo y de con quien no.
Y tengo miedo de no saber enfocar esto en otro país, en otra ciudad. Porque sé que aquí tengo a 15 minutos a los que tienen la suerte de ser Ellos. Porque cuando me siento mal o me apetece reir, solo tengo que llegar hasta Nervión para que todo pase. O simplemente ir a clase para sentirme feliz. Y en unos meses voy a tener que enfrascar las ganas en un bote que se abrirá cada dos meses, con mucha suerte. Y tengo miedo de no aguantar las ganas de Ellos, que por mi forma de ser son extremadamente superiores a lo que cualquiera de vosotros puede llegar a sentir jamás.
Tengo miedo. Y a veces se esfuma tal como viene. A veces no pienso en esto y en otras me duele demasiado. Voy a echar de menos muchas cosas, aunque la regla de tres me diga que muchas más me voy a encontrar por el camino, pero hay cosas que siempre serán insustituibles. Y aunque lo sabes y lo tienes grabado en todas las partes de tu cuerpo, no puedes evitar sentirte asustado cuando miras al futuro y eres consciente que cada vez irá a más, cada vez crecemos más, maduramos más. Cada vez tendremos más responsabilidades, compromisos. Cada vez viajaremos más. Cada vez, quizás, nos veremos menos.
Hoy no tengo más nada que añadir.
Y quizás el hecho de no escribir sea el hecho de no querer hacerlo, de no querer tener tiempo libre para hacerlo. Porque eso será señal de que les estoy queriendo, besando, haciéndoles felices tanto o más como me hacen a mi.
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